Monday, February 19, 2007

Cordillera Blanca + Trujillo

Propicios días desde Trujillo, Perú.

No es que hayamos estado totalmente incomunicados durante la última semana, pero sí hemos tenido problemas accediendo a la cuenta del blog. En Huaraz y Caraz, por motivos que no entiendo, no cargaba la página principal. Y ayer, ya en Trujillo, se me congeló el ordenata cuando llevaba varios párrafos. Al que le ha pasado alguna vez sabrá que es una putada, aunque no me puedo quejar con las conexiones a Internet desde Sudamérica hasta ahora.

En el anterior post escribía que ahora estoy en desventaja y que tendría que darlo todo para poder salirme con la mía. Pues yo lo di todo, pero no fue suficiente. Bert y Lynz se mostraron como enemigos muy poderosos y tuve que claudicar ante mi propuesta de hacer un trekking de 4 días por la cordillera blanca en los andes. Después de un dia de relax en Huaraz, principal ciudad del lugar, hicimos una excursión a Chavin de Huantar.

Se trata de un sitio arqueológico muy importante en la historia del Perú, pero que a mi me supo a poco. Quizás fue el incomodo viaje de 3 horas de ida y otras 3 de vuelta, o quizás el hecho de que después de Machu Picchu ya ningunas ruinas me sorprenden, pero el caso es que hubo mas de un momento en que deseé estar en el albergue viendo fútbol peruano en vez de en un laberinto subterráneo. Mis compañeros de viaje parecieron disfrutar más que yo.


Lo mejor fue, sin duda, la parada de 20 min. en una laguna de camino a Chavin.












El día siguiente lo dedicamos a ir a Caraz donde, como ya es costumbre desde que Berti se acopló, tomamos unas Chopp (cervezas Cristal de un litro) mientras la americana nos dio una paliza jugando a la escoba (juego oficial del viaje). Caraz es más pequeña que sus vecinas Yungay y Huaraz, pero esta más coqueta y cuidada.



Antes de ayer, después de un fallido nuevo intento de convencer con lo del trekking, marchamos a la que seria nuestra segunda y ultima excursión de la cordillera blanca, solo que esta vez decidimos hacerlo por nuestra cuenta. El plan era tomar un combi (autobús enano donde lo normal es que se doblen el numero de pasajeros permitidos) hasta Yungay donde un taxi nos llevaría a las lagunas de Llanganuco. Una vez ahí haríamos el descenso de 28 Km. a pata. El problema fue que, seguramente debido al atontamiento matinal y/o a las Chopps, nos pasamos el paradero y llegamos a lo que ahora se conoce como Yungay antiguo. Esta es uno de esos pueblos cuya mala suerte parece no tener fin. Ha sido golpeado varias veces por desastres naturales, siendo el terremoto del 70 el más reciente y salvaje. Tal terremoto causó el desprendimiento de una pared del Huascaran (la montaña mas alta del Perú y segunda de Sudamérica) en forma de alud que arrasó todo el poblado, matando a 25.000 pudiéndose salvar tan solo 400. De estos afortunados 300 eran unos niños que estaban viendo el circo en el polideportivo y que fueron adoptados por familias extranjeras al quedarse la mayoría de ellos huérfanos.
Nosotros tuvimos la suerte de conversar con uno de los supervivientes que por aquél entonces contaba con 23 años, y que no ha abandonado su lugar de nacimiento desde entonces ayudando de manera activa en la reconstrucción del pueblo unos Km. mas al norte. Hoy en día lo que antaño fue Yungay se ha convertido en una especie de museo que hacer honor a los fallecidos, y que cuenta con grandes vistas al que fue su verdugo.


Así que el primer traspié salio bien. Poco después de la visita al Yungay sepultado cogimos un taxi a las lagunas de Llanganuco. Paraje espectacular en todos los sentidos. El inconveniente fue que al poco de llegar el amigo Alberto se empezó a sentir mal (altitud, jet lag, comida peruana, cerveza peruana…) y se tuvo que volver a Caraz en un bus de una agencia antes de tiempo. Lynz, que es una persona cojonuda, decidió acompañarlo. Gaizka, que es un cabrón, decidió seguir el plan inicial y hacer la caminata de vuelta andando. Desde las mismas lagunas hay un sendero llamado “Maria Josefa” que corta la bajada de la carretera durante unos 8kms. El sendero es muy bonito pero un poco peligroso. Árboles caídos y riachuelos imposibles de evitar eran bastante comunes. Lo jodido fue cuando el sendero y la carretera se unían. Todavía me quedaban 20 kms por delante y ya empezaba a anochecer. El único vehículo que veo durante una media hora (una ranchera con más años que la bisabuela de Lynz, y desde luego en mucho peor estado) decide hacer caso omiso de mi señal. Stop!. Tu madre!. Lo gracioso fue ver la misma ranchera parada en medio de la carretera debido a un motor que decidió suicidarse. Les ocurrió durante el único tramo de subida en toda la bajada. Piden mi ayuda, panolis, y yo decido ayudarles a cambio, claro esta, de que me lleven a Yungay. Después de unos 10 min. sufriendo como bellacos tan solo conseguimos llevar el carro hasta la mitad del tramo conflictivo. Luego en bajada ya no habría problemas. Cuando estoy a punto de mandarles a freír espárragos y seguir mi caminata a pie aparece un taxi con una familia que están de vuelta de la visita a las lagunas. Deciden ayudarnos y consiguen remolcar al auto anciano hacia en punto donde la carretera reinicia la bajada, pero el taxi claudica en ese mismo momento. 20 min. después el coche salvador resucita e inicia el descenso. Poco después la ranchera prosigue su odisea, con un osado mas (el menda) en la parte trasera. Me gustaría decir que iba cómodo, pero lo cierto es que mi culo no lo había pasado tan mal nunca (no quiero comentarios obscenos), y eso a pesar de apoyarme en la fruta donde se suponía no debía apoyarme, pero es que todo el mundo tiene un límite.

Sin incluir los problemas de Bert y mi laborioso viaje de vuelta, el dia fue redondo. Fue una de esas jornadas que dan sentido a las incomodidades de los mochileros.


Por primera vez en mucho tiempo nos decidimos por un bus diurno para un trayecto de larga distancia. Los nocturnos son mejores para estas ocasiones por varios motivos, pero esta vez la decisión no fue difícil. A parte de una diferencia monetaria importante, el bus del día ofrecía vistas inigualables del cañón del pato. Fueron 6 horas de valles, cascadas, puentes salidos de una película de Indiana Jones y sobretodo tramos tan estrechos que parte de la ruedas se encontraba en el vacío.

El bus llegaba a Chimbote, donde cogeríamos un trasbordo a Trujillo. No teníamos pensado visitar Chimbote ya que no lo recomiendan en las guías, pero al comprobar el olor a sardina podrida nada mas llegar a la ciudad se nos disiparon las pocas dudas. No llegamos a salir de la terminal. A las 6pm ya estábamos en la Casa de Clara en Trujillo, donde hoy pasamos la segunda noche.

Ayer nos lo tomamos con calma debido al cansancio acumulado y casi no salimos del salón del hotel. Con la película wedding crashers (el nba all-star no lo daban) y el arroz chaufa con pollo acabamos el día.

Hoy tocaba tener energía otra vez. Por la mañana fuimos de visita al sitio arqueológico mas importante de la civilización Chimu, llamado Chan Chan, y que esta a medio camino entre Machu Picchu y Chavin de Huancar. Ni tan especial como el primero ni tan soso como el segundo. Lo más destacado fue, sin embargo, el recital bailarín andando hacia atrás que dio Alberto en medio de la plaza del rey Chimu. A partir de hoy 19 de febrero del 2007 se le conocerá como Berti “Chan Chan” Jackson.



Después tocaba visita al museo (entrada conjunta con el sitio arqueológico), que posiblemente batió el record de rapidez con la que se puede ver un museo y ya nos largamos a la playa. Playaaaaa!. Después de tantos Andes había muchas ganas de ver arena y mar. Huanchaco era el destino perfecto ya que se considera la mejor playa de Trujillo. Fue un buen aperitivo para lo que será el plato principal de Mancora.



Mañana nos vamos al sur de Trujillo para ver la otra civilización peruana importante que decidió instalarse por estos lares antes de que los incas los conquistase a todos, los Moche. Las pirámides del sol y de la luna nos esperan. Seguramente no serán tan exageradas como las aztecas de Tenochtitlan, pero seguro que merecen la pena una visita.

Por ahora despedirme y desear no tener mayores problemas con el siguiente post.


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